Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

I Reyes 8, 18-30

18 pero Yahveh dijo a David mi padre: “Cuanto a haber pensado en tu
corazón edificar una Casa a mi Nombre, bien has hecho en tener tal
voluntad,

19 pero no edificarás tú la Casa, sino que un hijo tuyo, salido de tus
entrañas, ése será quien edifique la Casa a mi Nombre.”

20 Yahveh ha cumplido la promesa que dijo; he sucedido a mi padre
David, me he sentado sobre el trono de Israel, como Yahveh había dicho, y
he construido la Casa al Nombre de Yahveh, Dios de Israel,

21 y he señalado en ella un lugar al arca en que está la alianza
que
Yahveh pactó con nuestros padres cuando los sacó de la tierra de Egipto.»


22 Salomón se puso ante el altar de Yahveh en presencia de toda la
asamblea de Israel; extendió sus manos al cielo

23 y dijo: «Yahveh, Dios de Israel, no hay Dios como tú en lo alto de
los cielos ni abajo sobre la tierra, tú que guardas la alianza y el amor a tus
siervos que andan en tu presencia con todo su corazón,

24 tú que has mantenido a mi padre David la promesa que le hiciste,
pues por tu boca lo prometiste y por tu mano lo has cumplido este día.

25 Ahora, pues, Yahveh, Dios de Israel, mantén a tu siervo David mi
padre la promesa que le hiciste diciéndole: “ Nunca será quitado de
mi
presencia uno de los tuyos que se siente en el trono de Israel, con tal que tus
hijos guarden su camino andando en mi presencia como has andado tú
delante de mí.”

26 Ahora, Dios de Israel, que se cumpla la palabra que dijiste a tu
siervo David, mi padre.

27 ¿Es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la
tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto
menos esta Casa que yo te he construido!

28 Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición, Yahveh Dios mío,
y escucha el clamor y la plegaria que tu siervo hace hoy en tu presencia,

29 que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este
lugar del que dijiste: “En él estará mi Nombre”; escucha la oración que tu
servidor te dirige en este lugar.

30 «Oye, pues, la plegaria de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando
oren en este lugar. Escucha tú desde el lugar de tu morada, desde el cielo,
escucha y perdona.